Opinión
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Ociel Alí López
Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América latina.
Se están moviendo las placas tectónicas de la geopolítica y las bases electorales de la región lo perciben.
El mandatario colombiano se ha convertido en una "piedra en el zapato" para el despliegue de tropas estadounidenses en el Caribe.
La galardonada se alinea, aún más abiertamente, a una gramática al estilo del presidente de EE.UU, Donald Trump, o del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, a quienes anteriormente les ha pedido intervenir en Venezuela.
Lo que ocurra en octubre y noviembre marcará la política regional de los próximos años.
Sus protestas, más culturales que ideológicas, plantean una nueva ética política contra la corrupción, la arbitrariedad y un futuro que perciben incierto.
Sin pruebas ni proceso judicial, las fuerzas armadas de EE.UU. están acusando de narcotraficantes y bombardeando a pequeñas embarcaciones, desarmadas, sin ningún tipo de basamento legal.
La estrategia común y la libre competencia entre los liderazgos no ensombreció el primer gran triunfo contra el neoliberalismo en Latinoamérica.
El despliegue presenta al menos cuatro puntos débiles que podrían socavar la operatividad al mediano y largo plazo, de la flota y de la ofensiva militar planteada.
El republicano ajusta el radar: en lugar de combatir la plataforma, ha optado por usarla en beneficio propio y mantenerla como competencia de sus enemigos potenciales.
Las ofensivas que ha desplegado EE.UU. hacia el Caribe sur en los últimos años permiten racionalizar esta nueva iniciativa, pero no prever resultados.
El continente va a tender a rebajar, cada vez en mayor medida, su dependencia con EE.UU., escenario que imperó durante todo el siglo pasado y el comienzo del presente.
